Opinión no es información


2010
Dos son los desafíos de los periodistas y comunicadores para el ejercicio de la profesión en el futuro inmediato. La inclusión del Derecho a la Información y Comunicación en la legislación no es un simple añadido decorativo en favor de los derechos. Se trata de un cambio de paradigma que exige pensar en el futuro del trabajo en los medios de comunicación y sus mensajes. Pero también obliga a revisar si la Libertad de Expresión que todos defendemos es la que hasta el presente se ha estado ejerciendo.
El primer elemento concreto es la autorregulación de los comunicadores y periodistas. Es un principio que estuvo en la teoría pero ahora pasa formalmente a la legislación y también a la práctica. Tiene como propósito que el profesional de los medios sepa ejercer la libertad de emitir información cuidando los límites de este ejercicio. Eso supone no vulnerar los derechos personales de los demás ciudadanos. Esto no es novedad para nadie. Todos los estudiantes de las carreras de comunicación aprenden los límites de la Libertad de Prensa. Pero no todos cumplen cuando ejercen la profesión. Lo que ha ocurrido en las últimas décadas es una tergiversación de ese derecho bajo la creencia de que la libertad no tiene límites. 
La sabiduría de este principio se basa en la relación entre libertad y responsabilidad que proviene de la cultura occidental y ha ido madurando durante siglos. Es la base de la noción de ciudadanía y también de civilización.
Su fin político es demostrar que los profesionales en este campo podemos regularnos responsablemente y no necesitamos de ningún censor o capataz proveniente del Estado o de otro poder. Por eso es importante defender la prohibición de censura previa.
El segundo elemento es el cambio de paradigma hacia el Derecho a la Información que supone también recibir e investigar datos comprobados.
Ejercer este derecho es garantizar que toda la población esté bien informada sobre temas de interés público. Los encargados de esta tarea son los periodistas que deben profesionalizarse en universidades que les otorgan licencia. Investigar la información y convertirla en noticia es un proceso que exige destrezas técnicas y claridad ética para constatar la veracidad de los hechos.
Muchos factores inciden para que la población boliviana no esté bien informada. Además de los estructurales están los de orden político y económico que se sirven de la Libertad de Expresión para distorsionar la realidad. Ahí está el núcleo del debate que debemos asumir en este momento histórico para la comunicación y el periodismo. La Libertad de Expresión protege la facultad de emitir ideas y opiniones personales que no necesariamente son verdaderas por la subjetividad que las envuelve. El Derecho a la Información protege los datos verificados y comprobados. Opinión no es lo mismo que información.
La reciente defensa de la Libertad de Expresión debe poner en la mesa de debate a qué nos referimos. ¿Queremos defender la libertad contaminada de los últimos años? ¿Queremos defender la libertad con responsabilidad? O defendemos el derecho de todos a estar bien informados. Es una cuestión capital que reclama reflexión y autocrítica de parte de todos los actores involucrados en esta actividad de servicio social. Periodistas y empresarios de medios tienen el desafío para pensar en un futuro que permita avanzar y no retroceder. Sobre todo pensando que la adversidad puede surgir de poderes políticos externos así como de errores propios.







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