Conciencia hecha canción
“Por mi casa una pistola es un juguete
Y un kilo de arroz se toma por milagro,
No existe ya el café con leche.”
Así canta el grupo cumbiero “La Pagana Trinidad” de
Venezuela en su tema “De donde vengo” (https://www.youtube.com/watch?v=uZAEr4QW0lo). Es un canto de denuncia que
demuestra conciencia y criticidad ante un régimen decadente sin otro rumbo que
la represión. Demuestra que los artistas son capaces de captar con mayor
sensibilidad los problemas que aquejan a una sociedad. Lo hacen en ritmo
tropical. Utilizan la Industria Cultural. Son competentes para ejercer la
Libertad de Expresión recurriendo a la poesía musical.
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(foto propia) |
Es típico de viejos discursos apocalípticos
descalificar a priori los productos de la Industria Cultural. En el pasado se
llegó a creer que solo los cantantes comprometidos o también llamados “de
protesta” tenían el privilegio de decir “la verdad”. Ésta es una muestra de que
la criticidad no necesariamente es propiedad de quienes se auto-proclaman
portadores de conciencia social. Miles de canciones y películas comerciales
captan y proyectan impulsos colectivos de libertad.
Esta
canción describe en metáforas bailables el drama del desabastecimiento de
alimentos y medicinas del país. No lo hace como grito proselitista sino con
poesía simple y popular (http://gotletras.com/la-pagana-trinidad-de-donde-vengo/). Sus pretensiones no son
ilustradoras ni tienen el propósito de concientizar. Tiene la virtud de recrear
con estética lo que cada venezolano vive en el día. “Impera el drama y en vez
de campanas, los tiros componen su son.”
Denuncia
sin decir y al no expresar explícitamente acaba diciéndolo: “De donde vengo no
hay nada. Se lo llevó algún ladrón.” Grandes compositores han esquivado y
sobrevivido a censuras dictatoriales gracias a la metáfora. Los verdes que
operaron cóndores en los setentas no podían entender los ataques lingüísticos
de lúcidos artistas. Si entendieron fueron incapaces de hacer algo porque la
Ley no tiene sanciones para mensajes implícitos. Son subjetividades
inalcanzables para la normativa racional. Cuantas más lecturas provoca una obra
de arte más mérito y valor posee.
“Donde
vivo la culpa es papa caliente. Y ninguno quiere quemarse las manos.” Los
autores se posicionan como artistas espectadores del desastre nacional. No son
oficialistas ni oposición. Difícil capacidad de mirada que puede ver las
miserias de ambos lados. Medios y periodistas podrían tomar ejemplo. Parece que
los latinoamericanos estamos condenados a sufrir las consecuencias de “podridos
poderes” (Caetano Veloso) de la izquierda o de la derecha.
Expresa
también una suerte de desesperanzada decepción. “Pa’ arreglar la vaina no hay
valientes. Ni presidente, ni Dios ni to’s los santos.” Hermoso cierre para una
obra que describe y denuncia valientemente sin ninguna complicación.
No es una
obra aislada en este contexto tan crítico y violento de represión y muerte.
Tampoco es el único género musical que aborda la crisis de un país que nos
preocupa no solo por la proximidad física sino también político-cultural. Hay
decenas de músicos cantando su decepción en diversos contextos de cultura
popular venezolana (http://plus.cusica.com/2016/11/01/15-canciones-actuales-critican-la-crisis-venezuela/). No es una manifestación de “unos
cuantos pro-imperialistas” como suelen argumentar desesperadamente las tonadas
autoritarias.
Son las
voces de ciudadanos que son sintonizadas por artistas sensibles y comprometidos
con ideales de libertad. Sus lenguajes hacen parte de lugares culturales en los
que las personas se comunican satisfaciendo sus necesidades de construcción de
identidad. Recurren a sistemas disponibles para la producción de arte y cultura.
La industria fonográfica y la difusión masiva sirven para publicar su digna creación.
Como dice el gran poeta y compositor Carlos Alberto García: “La libertad
siempre la llevarás dentro del corazón. Te pueden corromper, te puedes olvidar,
pero ella siempre está”.
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