Quesos y marraquetas
La realidad macro-social es vista
detrás de un vidrio catedral aunque su importancia es radical para la vida de
la democracia. La opinión pública se forma en función de la participación
ciudadana cuya calidad depende de la existencia de una sociedad bien informada.
Pero la opinión también se forma de acuerdo con el “Mundo Real” que viven las
personas. La vida cotidiana concreta exige acción para la sobrevivencia y el
crecimiento personal y familiar. Ese es el segundo gran factor que permite el
posicionamiento del ciudadano frente al mundo.
El trabajo es uno de sus
componentes básicos. De él dependen los ingresos y en gran medida el status.
También tiene relación con la educación a la que pueden acceder los hijos. La escuela
de mejor calidad suele ser más cara y restringida por sistemas sutiles de
segregación social. Las familias más pudientes permiten que sus hijos completen
su formación hasta niveles superiores y por tanto accedan a mejores puestos en
el sistema laboral y productivo.
La radical importancia del
trabajo se siente crudamente con su terrible ausencia. La flexibilidad laboral
generada por el neoliberalismo es el peor factor en su contra. Del trabajo
también depende el acceso a sistemas de salud. Mucha gente pobre muere por
enfermedades cuyos tratamientos son solo accesibles para sectores que disponen
de recursos. La información también tiene relación con los ingresos. Las élites
tienen mejor acceso a información y conocimiento. Internet y TV cable no son
para pobres. Los libros menos. Aunque las capacidades y el interés se están
reconfigurando velozmente con la cibercultura.
El “Mundo Real” que se vive
proporciona criterios no solo de construcción de opinión sino también de
participación ciudadana. Muchas veces es un gran filtro ante los intentos
persuasivos de políticos y sectores con intereses no transparentes. Ningún
discurso de bonanza puede convencer a personas que no tienen queso fresco y marraqueta
crocante en la mesa.
El status social es importante
para la mayoría de las personas. Es una especie de prestigio que se lo puede
adquirir por obras reconocidas socialmente. También suele ser heredado por el
apellido o tradición familiar. Son subjetividades que la modernidad negó
sistemáticamente en el discurso pero las promovió en todos los espacios de
interacción social. Es también parte de la vida cotidiana y por tanto es parte
de la configuración de los referenciales sociales que los ciudadanos asumen.
(K'alapurka, foto propia) |
Los medios de comunicación no se
interesan por la vida cotidiana. La publicidad la evita porque su retórica
expone símbolos de clases sociales un poco más altas de los públicos a los que
quiere alcanzar. Sería un fracaso algún tipo de publicidad que muestre vida
cotidiana de pobres en sus mensajes. La ficción y el melodrama la muestran pero
estereotipada e higienizada con patrones de pulcritud y decencia.
El periodismo la aborda cuando es
escenario de transgresión y delincuencia. Así refuerza la idea de que la
inseguridad ciudadana está lamentablemente asociada a las clases populares.
También lo hace cuando ejercita actos de caridad o solidaridad que acaban
resolviendo pequeños problemas de gente necesitada o en desgracia por
accidentes o enfermedades. Es un acercamiento interesado que no pone en
evidencia el afán de construcción de la imagen filantrópica y solidaria
empresarial. Son astucias que
tranquilizan conciencias.
Los ciudadanos ven el mundo macro-social como nublado. Pero
el cotidiano privado no solo es visto nítidamente sino que es feliz o
infelizmente experimentado o vivido por unos y por otros.
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