El diezmo de cada día

“El diezmo es un término que se refiere a una práctica religiosa en la cual se destina o se entrega el 10% de los ingresos o ganancias, ya sea de dinero, bienes o productos, a una institución religiosa, por lo general a una iglesia.” (ChatGPT 3.5) Eso dice la IA, en toda su inocencia digital, sin tener idea de lo que pasó esta semana en El Sillar. Esta carretera fue recién entregada, luego de muchas demoras y problemas, pero comenzó a hundirse como si estuviera hecha de margarina. Si el material utilizado habría sido de mejor calidad, no se hundiría. La inestabilidad de la zona era conocida por todos, pero se la hizo de todas maneras. Lo más probable es que algún diezmo se haya deslizado debajo de una mesa. No se sabe detalles, ni se sabrá. El diezmo fue inventado para que los creyentes sientan que están obrando con fe para beneplácito del Señor, pero al mismo tiempo sirve para que quien los reciben, mejoren las condiciones de la comunidad. Pero aquí en Bolivia, el diezmo es para que las autoridades de turno se llenen de plata los bolsillos, en desmedro de las obras, como si robar fuese una virtud. Ésta es la modalidad más extendida y efectiva de “robar” ejercitado por los políticos nacionales. Consiste en que las instituciones como las Alcaldías o los Ministerios hacen una licitación para una “obra estrella”, a la cual se presentan varios proponentes, con antecedentes y experiencia en ese tipo de trabajos. Luego de un simulacro de selección técnica y económica, con los mejores especialistas de la institución, se adjudica el trabajo a la empresa ganadora. Todo es una vulgar farsa, porque quien ganó la licitación pagará el famoso diezmo a una cuenta de parientes o allegados de la autoridad. Algunos llevan el dinero en maletas. Es un riesgo porque se pueden hacer asaltar o hasta matar. Ya lo vimos hace unos años. El problema es que ese diez por ciento no sale del bolsillo de la empresa que se adjudicó el contrato. Sale de la disminución de la calidad de la obra. Es decir, menos fierro, material de menor calidad, contratos abusivos a los trabajadores, etc. Del dinero con el que pagamos la obra, diez por ciento se va al bolsillo del maleante que condujo el proceso y sus cómplices. No dejan ningún rastro ni huella digital o analógica. Es un robo descarado “entre gallos y media noche”. Por eso los políticos se desesperan por ser autoridades, aun sabiendo que los honorarios que recibirán son apenas el maquillaje de lo que significan los buenos trozos de la torta. En poco tiempo se hacen millonarios ante la mirada atónita de los ciudadanos y la inocencia de la IA.
Botero: El ladrón
Botero: El ladrón
“…el "diezmo político" se refiere a prácticas políticas cuestionables en las que se desvían recursos públicos o se abusa del poder para obtener beneficios personales o favorecer a ciertos grupos, utilizando una analogía con el diezmo religioso para ilustrar esta acción de extracción o desvío de recursos.” (ChatGPT 3.5) Obviamente que es un delito desviar dineros públicos hacia cuentas personales. Es difícil encontrar licitaciones limpias en el país. Debe haber, porque no todos los funcionarios son corruptos. La corrupción se ha generalizado tanto que hasta se negocia el porcentaje de la “mordida”. Mientras tanto, los puentes, los hospitales, las carreteras, avenidas y construcciones millonarias, se rajan o hunden ante nuestros ojos. Lo sabemos muy bien pero poco podemos hacer para evitarlo. Es como un cáncer latente, mezclado con cinismo y desfachatez. Los políticos fingen ser correctos y hasta profieren discursos contra la corrupción. Es todo lo contrario al acto religioso de origen. Salen unos y entran otros, todos a robar. Ese el proyecto político del presente. No es el bien común. Ya no importan las utopías añejas de derecha o de izquierda. Ellos corren obsesivamente tras el diezmo de cada día.

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