No hay rock sin irreverencia

Es muy difícil contar la historia veraz del rock latinoamericano en una serie de seis capítulos y peor si es en Netflix. Santaolalla hizo un buen negocio que ciertamente le generó suculentos ingresos. Lo que no esperaba es que los rockeros del continente lo hicieran “bolsa” con sus críticas bien fundadas. Ha cometido errores aunque logró mostrar un buen pantallazo de lo ocurrido especialmente en México y Argentina. Foto propia El primer gran error de la producción fue encargar el documental a un rockero que aprovechó para contar “su” historia. Mejor lo habría hecho un crítico de cultura o un periodista. Cayó en la tentación de poner evidencia sus heridas personales con otros músicos. No era necesario. Pese a los años sigue muy dolido. Exageró su rol como productor de importantes músicos del continente. Pidió a León Gieco que baje el tono en su famosa canción porque la letra debía decir “Solo le pido a Santaolalla”. Eso dice uno de tantos memes. Otra falta fue ignorar de plano la impo...