Tergiversar es agresión

La guerra digital es parecida a una vulgar pelea callejera de pareja. Los ataques de un lado afectan al otro y a veces rebotan provocando hematomas. No es posible encontrar una pizca de lógica en sus torpes jugadas. Lo importante es afectar y defenderse con la rapidez y contundencia necesarias para el logro de la victoria. Una relación de pareja con armonía y paz genera comunicación con entendimiento. Un estado parecido a la felicidad que produce pensar en el metafórico refrán de “comer perdices”. Todo es “Paradise” y nada perturba la dicha del romance con sintonía. Pero todo llega a su fin cuando surgen los infaltables fantasmas de la desconfianza. Una mentira puede ser suficiente para que el otro lado (la oposición) interprete los mensajes al revés. La buena relación es clave. En su ausencia todo es tergiversación. Más aun cuando las proyecciones a futuro ya no son las mismas que los de la luna de miel. Así está la relación entre el oficialismo y el no-oficialismo en este intranq...