Bandidos mediáticos

Los humanos somos la única especie que inventa lenguajes. Con ellos somos los únicos que podemos mentir. Los políticos son especialistas en construir “verdades” para ocultar otras. Todos ejercemos la política de alguna forma. Es imposible decirlo todo en este campo. Ni en el ámbito personal y menos en el público. Lo que el político busca es convencer a la gente de que es buena persona y que su poder es necesario para el bienestar de la comunidad. Lo importante es garantizar el poder.
En el presente la estrategia más utilizada por los megalómanos es el uso y abuso de medios de comunicación. En las últimas décadas se ha generado un sistema persuasivo cuya efectividad radica en visibilizar o esconder la realidad. Lo que no pasa por los medios parece no existir. En cambio lo reiterativo y persistente se puede convertir en verdad especialmente para quienes cuentan con pocas fuentes de información. Algo difícil en tiempos de redes.
En épocas electorales los políticos recurren a formatos y mensajes estereotipados en campañas previsibles y cansinas. De pronto se convierten en tiernos caballeros o damas que aman ancianos y besan niños en brazos. Indagan los problemas más importantes de las comunidades para construir eslóganes de promesas inmediatas y eficientes. Temas como la inseguridad ciudadana o el desempleo se transforman en clichés en pobre estilo mesiánico.
Construyen enemigos para mostrarse como valientes héroes que tienen la astucia de conducir por el camino de la felicidad a sus masas de seguidores. Convierten la lucha política en enfrentamiento banal entre “jovencitos” y “bandidos”. Si pueden descalifican y destruyen al enemigo. Su verdad es la única valedera porque son incapaces de convivir con el diferente.
Con el poder en las manos la estrategia no es conquistar sino perpetuarlo. Para ello desarrollan tácticas de control de los medios. De manera coercitiva o con sutileza realizan una suerte de toma del control de los hilos de la información pública. Evitan la torpeza para esquivar el rótulo de enemigos de la Libertad de Expresión. Las formas de control son menos explícitas y más diplomáticas ahora.
(foto propia)
La otra táctica es convertir en “obra” hasta el acto más banal. Importantes entregas se hacen no tanto para informar sobre evidencias de la gestión. El “obrismo” es la nueva propaganda del político mediático de izquierda o de derecha. Dentro y fuera de país. Para ello se busca alianzas con medios que extraen alguna ventaja a través de contratos publicitarios si no han sido ya tomados por el sistema de control.
El condimento son las emociones y la información superficial. Algunos políticos hasta contratan tiempos y espacios para difundir propaganda disfrazada de mini-informativo. Eso no es novedad. Es una tergiversación de los géneros que se enseña en la universidad. Los seguidores “duros” se aferran dogmáticamente a versiones oficiales de la construcción de verdad emocional. “Los malos nunca lo habrían hecho”. La historia y la realidad se reduce a una contienda pobre en la que está prohibido pensar de manera independiente. “Si no estás con Dios estás con el Diablo”.

Son “verdades” cuya consistencia depende de la realidad del bienestar prometido. Ojo con Venezuela. También de la información más o menos plural que circula ahora por redes. A más información de calidad menos manipulación. Los ciudadanos también saben y pueden contrarrestar la desinformación. Por eso son objeto de tan esmerada atención.

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