Ya sabemos…
Pasada la fiebre del 21-F nos toca pensar en lo que se nos viene
en el campo político y en lo que demandamos por derecho: la información veraz.
Ya sabemos que la historia de la señora Zapata está mal contada. Tanto los
denunciantes como los defensores se aplazaron en tratar de dar información
confiable. Se ha generado un bochorno en el campo político con consecuencias
nefastas para la democracia y el sistema mediático. Es un idealismo pretender
que en política se diga toda la verdad. El problema está en contaminar el
periodismo con orientaciones que respondan a intereses evidentes.
Sabemos que es difícil la existencia de un periodismo
independiente. Pero es un imperativo tratar de alcanzarlo. Lo contrario sería
renunciar a uno de los derechos personales fundamentales de la democracia. No
hay democracia con gente desinformada. Es tradición de los autoritarismos
manipular la información para controlar el pensamiento y comportamiento de la
población.
También sabemos que la lucha política asumió a las redes
como extensión de sus escenarios. El panorama ahora es más complicado. La
opinión pública se está formando maniqueamente con datos incompletos y con
bastante subjetividad. Nunca se formó objetivamente. Ese es un idealismo de la
ilustración. La conciencia política tiene fuertes cargas emocionales y
subjetivas. Pero es conciencia al fin.
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(foto propia) |
Sabemos que la principal manipulación en torno al 21-F fue
afirmar que el SI o el NO tuvieron el sentido de aprobación o reprobación de
Morales como presidente. Pocos se detuvieron a analizar que se quería modificar
un artículo de la Constitución Política del Estado. Menos aún se discutió que
ese cambio significaría la renuncia a un principio democrático que es la
alternabilidad de poder. El voto en contra de la reelección no necesariamente
es negación de aspectos positivos del Proceso de Cambio. Son dos cosas
diferentes. Opositores y oficialistas jugaron una mala carta a la formación
lógica y racional de la opinión pública. El proceso de cambio podría seguir con
otros líderes. Hay muchos ejemplos con esa experiencia.
El oficialismo se empecina en permanecer en el poder con
argumentos construido
s en función de su visión. La oposición ataca
desordenadamente sin tener un proyecto de país. Ambos lados usan recursos
mediáticos para persuadir sobre sus afanes y olvidan que la sociedad necesita
información veraz.
Sabemos que una nueva re-elección sería romper una regla
democrática de fondo. También serviría para que en el futuro a algún tirano se
le ocurra seguir el mal ejemplo para perpetuarse. Con la regla rota se perdería
el respeto a la convivencia pacífica entre diferentes. La ausencia de regla es
caldo de cultivo de las tiranías.
Ya sabemos que los niveles de información confiable están
contaminados tanto en los medios tomados por el sistema político como en las
redes. En éstas últimas no es posible el control. Solo la “ch’ampa guerra”. También
sabemos que la inteligencia de los ciudadanos para filtrar datos y escudriñar
indicios de verdad es la única esperanza para proteger la democracia.
Sabemos que tenemos el derecho de estar bien informados. Los
medios de comunicación y los periodistas tienen la obligación de informarnos
con veracidad. Estamos conscientes de que las luchas por el poder recurrirán a
extremos mediáticos sin técnica ni ética. Recordemos esa COSA televisiva que
funcionó como autogol hace unas semanas. Pero eso no impide que los ciudadanos
exijamos a los profesionales de la información cumplir con el rol que la
sociedad les ha confiado para defender la democracia. Y a los políticos
demandar un poco más de respeto al sentido común de los ciudadanos.
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