Cruda lucha digital

Las comunicaciones del siglo XX estuvieron marcadas por la cultura de medios tradicionales que se caracterizan por la unidireccionalidad de sus flujos. La internet inauguró el modelo de red en el que las personas no solo reciben información sino también pueden emitirla. Los políticos no dudaron jamás de que los medios tradicionales podrían ser utilizados para sus fines. Así lo hicieron. La radio sirvió para poner en relieve el discurso nazi cuando su manejo monopólico era inevitable. Los impresos y la televisión fueron privilegiados escenarios y espacios de debate y desarrollo de la lucha política. Hasta que llegó la comunicación virtual de las redes sociales.
Foto propia
El uso político de los medios tradicionales consiste en emitir mensajes persistentemente hasta lograr la persuasión. La capacidad de convencimiento y creatividad son condimentos importantes para lograr adhesión de personas a ideas propuestas. El público espera que la veracidad sea un ideal de los géneros periodísticos y de propaganda. El Derecho a la Información orienta o debiera orientar el accionar de las producciones informativas.
En las redes eso es imposible por varias razones. Los flujos unidireccionales no existen. La información circula cuando los usuarios reciben mensajes que los interpelan y desean compartirlos. Es un acto de inteligencia. Sin rebote no hay red.
A eso se suma que las redes no son instituciones con compromisos o ideales. Son conglomerados de personas comunes que pueden producir y emitir mensajes haciendo ejercicio legítimo de su Libertad de Expresión. Opinión no necesariamente es información. Los mensajes de las redes suelen ser desordenados y superficiales. La seriedad convive con la burla y el humor. El dato confiable se mezcla con la reacción subjetiva y emocional. Es como el bullicio callejero amplificado y convertido libremente en producto multimedia. Las malas palabras espantan ojos y oídos castos de muchos. Con todo ello se producen también nociones de verdad. Se produce posicionamiento político y se toma decisiones. Eso es verdad.   
Hace varios años que las redes sociales vienen siendo usadas con fines políticos. Importantes hechos históricos han ocurrido gracias a las interacciones e información que ha circulado por las plataformas virtuales de comunicación. Sectores oficialistas y movimientos ciudadanos han logrado grandes intervenciones en el escenario político. Ahora el panorama es más crudo.
Los rusos han intervenido en la disputa política en favor de Trump. El marketing político scannea los perfiles personales con base en el análisis de lo que hacemos en Facebook y otras redes. Se construyen discursos utilizando esas tenencias. La persuasión de masas parece ser más fácil. Eso no significa que los electores voten inconscientemente. Nuevas formas de control y lucha se inventarán para mantener la tradicional ocupación del sistema mediático por el político.  Más recursos se destinarán para intentar controlar las dinámicas de formación de opinión pública.
En Bolivia se ha creado la Dirección Nacional de Redes para que el gobierno tenga mayor presencia en el ciberespacio. Mucho dinero público irá a esa cuenta. Parece haber un supuesto de que con el uso de redes y un bombardeo sistemático de información oficial se logrará apoyo para la obsesiva perpetuación en el poder. Se han propuesto identificar datos falsos en un espacio donde prima la opinión subjetiva y el humor. Complicado desafío para quienes aseguran ser dueños únicos de la verdad.
También identificarán falsas identidades. Los operadores de redes oficialistas tendrían que utilizar identidades verdaderas para que no se crea que efectivamente existe la “post-verdad”. Los políticos nunca dirán toda la verdad. La construyen de acuerdo con su interés. La oposición tampoco se quedará atrás.
Convencer sobre cualquier tema no depende tanto del medio sino de la relación. Si ésta es buena habrá entendimiento. Caso contrario reinará el conflicto y el desacuerdo. Duros días de lucha política nos esperan en el país y el mundo. El poder es buen combustible para la manipulación de información. Pero la inteligencia de la gente es imposible anular.

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