No te hagas al verde
Se ha puesto de moda defender el medio ambiente en muchos
sectores sociales de Bolivia y el mundo. Ecologistas globales y pachamamistas radicales
dicen ahora defender la naturaleza a ultranza sin la menor capacidad de incidir
en el creciente deterioro que afecta a todos. Nunca se vio tan crudamente el
efecto de la contaminación ambiental como en los últimos años. El calentamiento
global tocó las puertas de los ciudadanos con llamadas cada vez más contundentes.
Es fácil vestir la camiseta verde pero parece imposible alterar las viles
prácticas del deterioro.
Cada día salen decenas de camiones cargando troncos enormes
hacia el oriente y el occidente del país. No sabemos sin son legales o no. Pero
no hay duda que matan. “Malditos madereros” es la voz de verdes y azules en una
triste actitud de Pilatos. Juzgan como si no supieran que esos industriales
llevan materia prima a las barracas para que éstas hagan los pisos y los bellos
muebles de fino acabado de sus propias casas. “Malditos consumidores” parece
sonar mejor. La madera es derrochada hasta para encofrar columnas de las
construcciones. Pisos de parquet y machimbre soportan las pisadas de poderosos
en las oficinas y las casas de cómodos defensores de la naturaleza. Es una
ridícula contradicción. Y de las mega construcciones amazónicas mejor ni
hablar.
El colectivo “No a la Tala de Árboles” está enseñando a la
población a respetar a los principales generadores de oxígeno y de lluvia del
planeta. Es una función que el Estado debiera cumplir con convicción a través
de todos sus recursos e instituciones. Especialmente la escuela.
Pero nada. Todos los días se denuncian casos de destrucción
de árboles en la ciudad con y sin motivo. Disparidad de pretextos abundan. No
hay criterios técnicos claros para podar árboles que podrían afectar el
horrible cableado que “adorna” las calles y avenidas de la ciudad. Se opta por
proteger esos adefesios enredados y destruir las plantas. Estamos yendo para
atrás.
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(foto propia) |
Autoridades invitan fotógrafos y camarógrafos cada fin de
semana para que difundan masivamente sus campañas de reforestación. Su
obligación ecológica se convierte en vulgar motivo de propaganda proselitista.
La mayor parte de las propuestas por resolver problemas ambientales pasa por la
visibilización política en campañas. Criterios técnicos brillan por su
ausencia. Hay una suerte de frenética competencia por mostrarse más salvadores
que los contrarios. La palabra irresponsabilidad resulta escuálida para
calificar este despropósito.
Los otros pinches enemigos son los propios vecinos. Muchos.
Qué desastre. Hay gente que destruye árboles antiguos solo porque ensucian su
acera o quitan visibilidad a sus ventanas. Por mostrar un ridículo letrero
comercial se han matado hermosos árboles en toda la ciudad. Criterios banales
mezclados con ambiciones comerciales demuestran que existen ciudadanos detenidos
en la Edad de Piedra. Ignorancia arrogante se mezcla con egocentrismo. Hay
gente que se ocupa de envenenar árboles con productos químicos y otros con
ahorcamiento mecánico. Bestialidad pura.
Los efectos del cambio climático serán cada vez mayores.
Nuestras puertas retumbarán más y más porque estamos actuando de manera descoordinada.
Tan importante es la educación de niños y adultos como la articulación entre
las instituciones responsables por el cuidado ambiental. El reto es intervenir
por todos los flancos pensando en el futuro. Interpelar directamente al
ciudadano. “En vano te disfrazas de verde si son cadáveres de árbol
los que adornan el confort de tus habitaciones y oficinas. No te hagas al
verde. Obvio que no te queda.”
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