“No es que te ralles así…”
Es la frase más importante del año para muchos bolivianos
hiper-conectados (https://www.youtube.com/watch?v=TnQiRHUZZrs). Sale de una
charla juvenil en la que un joven alteño intenta hacer entender a un amigo
(carnal) que tiene un argumento equivocado. Una idea que no se basa en la realidad
y además peca de cargar arrogancia. Es un reclamo a la incapacidad del otro por
entender algo que tiene antecedentes y no puede ser ignorado con tanta alevosía.
Es un mensaje que funciona en Bolivia porque exige con mucha cordialidad el
respeto a la verdad.
Los cumbieros no tardaron en apropiarse creativamente de su
sonoridad para convertirla en recurso estético de sus canciones (https://www.youtube.com/watch?v=ruiePYdRfQ8).
Los electrónicos hicieron lo mismo con mucha propiedad (https://www.youtube.com/watch?v=NjMTn_lZhnQ).
Mucha gente se divirtió por la precariedad espirituosa del lenguaje. Nunca
falta quien se mofa discriminatoriamente del habla de los iletrados. En la
televisión se dieron varios ejemplos. El éxito tiene mucho que ver con el humor
y la espontaneidad en el tono de voz del
joven Ronald Ramos. Se nota también algo de indignación. Pero también recuerda
la tradición autoritaria e impositiva de verdades. Por eso el valor del
reclamo.

La acumulación de poder permite abusar imponiendo verdades que pueden ser
cuestionables. Transforma a la gente. Muchos buenos se “rallan” y se vuelven
malos cuando llegan a tener algo de autoridad en todo tipo de instituciones. Lo
importante es que los demás obedezcan y acaten sumisamente relegando su
pensamiento propio. A los megalómanos hay que decirles: “No te ralles tanto así”.
Todo pensamiento diferente también es importante y puede ser útil. La ausencia
de diálogo nos afecta históricamente. La de entendimiento más aún.
El peor defecto del poder es la soberbia. La suposición de
pensar que solo las ideas propias son verdaderas y que la opción de los demás se
reduce a la obediencia. Eso es lo que reclama el joven alteño pidiendo respeto.
“No te ralles, relléndote Ja ja ja”. Ubícate que otra puede ser la verdad. La
arrogancia no es comunicación. Todo lo contrario. Es incapacidad de crear
comunidad y convivencia tolerante. Es destrucción de normas y reglas que
regulan la civilización. Es como jugar ajedrez aceptando sus reglas y luego de
perder querer cambiarlas. Porque sí. “No es así”.
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