Descarte de tiempo y de vida
La principal contradicción del capitalismo es que su
capacidad de producción no corresponde con su fuerza de distribución. Así dijo
José Mujica en su visita reciente a Cochabamba. Se genera más deseo de consumo
que satisfacción de necesidades. La consecuencia es la mayor crisis ambiental
de la historia de la humanidad. El deterioro del planeta está afectando
radicalmente grandes regiones en los cinco continentes ante la indolencia de
consumidores compulsivos de objetos tan útiles como inútiles.
La “obsolescencia programada” hace que los productos sean
renovados con la velocidad suficiente para que el lucro de la producción sea
sostenido. La estrategia complementaria es generar deseo permanente en base a
la necesidad de distinción de las personas. “Estar actualizado” es el gancho
que usa el mercado para promover esta dinámica competitiva y también creativa.
(foto propia) |
Esa transformación de materia demanda esfuerzo intelectual y
físico. La sociedad industrial exige que las personas sean productivas para ser
reconocidas como ciudadanas. A los improductivos no les va muy bien en esta
sociedad. A no ser que incurran en el fácil ámbito del enriquecimiento ilícito:
corrupción o narcotráfico.
Mujica dice además que se bota tiempo humano. Hay tiempo de
vida en la cadena de producción. La edad de las personas define la selectividad
para la inserción en el mercado laboral. Detrás del celular tirado a la basura
hay minerales y muchas horas diarias de tiempo laboral programado y fragmentado.
El otro tiempo es el invertido por el consumidor para
acumular dinero que le permita comprar los absurdos que los otros ciudadanos
producen. Al convertir un pantalón en trapeador olvidamos que hemos gastado
tiempo de nuestra vida para comprarlo. Pero nos gusta comprar pantalones aunque
tengamos varios todavía servibles. Lo
que no se puede comprar con ningún dinero del mundo es el tiempo de vida.
“Despilfarramos tiempo de vida humana”.
El consumidor tampoco está interesado en los detalles del
proceso de producción ni de la transformación creativa de la materia natural.
Alguien hasta dijo que detrás del consumo hay ciudadanía. Claro. El acto de
comprar es parte de un tipo de conciencia en el que la subjetividad juega un
rol determinante. Jóvenes compran tenis de marca para pertenecer a grupos
identitarios de su interés. La distinción simbólica está vinculada con
necesidades comprensibles solo desde la perspectiva del consumidor. No hay
delito en esas transacciones. Todos estamos en nuestro derecho de gastar
nuestro tiempo y dinero como mejor nos parezca. Pero el planeta se está
calentando no solo en temperatura sino también en bronca.
![]() |
(foto propia) |
Ambos lados de la relación de mercado sacan beneficio de la
transacción. Unos ganan dinero y otros distinción. Muchos saben las
consecuencias. En la sociedad global circula información que busca sensibilizar
sobre la nueva y creciente crisis ambiental. Pero ninguno de los actores asume
responsabilidad aunque sus discursos sean política y ecológicamente correctos.
Día del peatón o prohibición de fogatas en San Juan son
stickers de identidad epidérmica que sirven para salvar conciencias. Nuestras
casas están llenas de madera extraída de viejos árboles transformados en bellos
sillones y puertas que no podrán más generar oxígeno para ésta y las demás
especies.
Comentarios
Publicar un comentario