La mirada al futuro de los Cholets
Los llamados cholets de El Alto se han convertido en un referente arquitectónico y cultural de la zona andina de Bolivia. Sus características originales llaman la atención de propios y extraños que no dudan en exaltar sus cualidades, así como mirarlos con cierto desprecio. Sus principales críticas tienen que ver con la mezcla de estilos, exceso de adornos y colores, contraste con el entorno, falta de autenticidad cultural, ostentación de riqueza; entre otros.
Son grandes
edificios que se destacan por su altura y sus colores vistosos en formas
geométricas que remiten a la estética aimara de los tejidos o a los tallados en
piedra del pasado precolombino. La simetría y el equilibrio son rasgos
fundamentales de sus fachadas. Muchos tienen figuras extraídas de la cultura
globalizada de Hollywood. Héroes fantásticos de películas y personajes del
espectáculo mundial.
La estructura más
común consiste en que la planta baja se destina a locales comerciales, encima
se tiene un gran salón de fiestas con un decorado lujoso, los pisos superiores
son departamentos y en la terraza se construye un gran chalet donde viven los
propietarios del edificio.
La mezcla de estilos es una preocupación de élites que esperan que el
arte y la arquitectura responda a patrones generados por escuelas o tendencias
estéticas académicas sofisticadas. Los cholets son construcciones con
tratamiento estético. Son obras de arte que recurren a figuras y formas del
pasado aimara, combinados con elementos que hacen referencia a lo moderno, no
filosófico, sino tecnológico. Vidrios rayban,
estructuras en alto relieve y figuras geométricas con colores fuertes hacen
contraste llamativo en la construcción y con el entorno. Líneas que asemejan
circuitos electrónicos están reproducidas en las paredes y en la iluminación
led de los techos, haciendo que las mansiones parezcan aparatos que funcionan. Los
arquitectos tradicionales dicen que es simple “fachadismo”, carente de
originalidad arquitectónica. Hasta los tachan de ser obras Kitsch (mal gusto),
recurriendo a ese discurso pseudo aristócrata del pasado. Mientras los alteños
ostentan orgullosos el nuevo paisaje urbano a 4000 msnm.
El exceso de colores y adornos viene de la estética de los pueblos
andinos que contrastan con el pálido paisaje altiplánico, poco cromático todo
el año. Las fachadas de ladrillo visto son parte de esa monotonía. Es un pie
firme en la tradición de un pasado que persiste y se proyecta, ya no en lana de
oveja sino en cemento, metal y cristal. Las élites “cultas” dicen que es un
síntoma de tergiversación de la identidad cultural. Se rasgan las vestiduras
cuando ven que las figuras más llamativas reproducen personajes de la ficción
globalizada. Transformers en tamaño gigante deslumbran a los visitantes. Iron
Man vigila silenciosamente el paso de los pasajeros del teleférico. Un enorme
Titanic se conecta imponente con el mar perdido. El imaginario de la cultura
masiva mundial está presente en las mansiones altiplánicas, desafiando el
esencialismo anacrónico de críticos que no se atrevieron a tanto.Cholet Transformer (foto propia)
Las mansiones alteñas son símbolo de distinción de una gran cantidad de
familias que se han convertido en los nuevos ricos de La Paz. En coherencia con
la cultura de reciprocidad, celebran fiestas fastuosas, con invitados de las
comunidades a las que pertenecen y con las que comparten el éxito de sus
negocios. Todos disfrutan de los beneficios de esa prosperidad en matrimonios,
cumpleaños y fiestas de santos. Se ofrece abundante comida, bebida y música con
los mejores grupos de cumbia del país y exterior. Los invitados retribuyen con
carísimos regalos consistentes en electrodomésticos, ganado, muebles y dinero
en charolas. Es otra forma de ostentación de la prosperidad de una de las
ciudades que más mueve dinero en el país.
La arquitectura neo-andina sorprende por su singular creatividad en procesos de construcción de identidades que conectan el pasado de la tradición con el presente del éxito económico y el futuro de la fantástica ficción global, recuperando la reciprocidad de la cultura aimara en un contexto complejo e incierto de la economía y la política nacional.
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