Autodestrucción paulatina

La reciente sentencia del Tribunal Constitucional Plurinacional permitirá la construcción de carreteras sobre acuíferos en Santa Cruz. Es un hecho que contribuirá el deterioro ambiental y pondrá en riesgo el acceso al agua potable para generaciones futuras. Es una prueba de la injerencia del ejecutivo sobre el judicial por cuestiones políticas más que técnicas. Poco a poco los bolivianos vamos poniendo cruelmente en jaque a la Madre Tierra. Las consecuencias ya las estamos viviendo. Aunque todos nos jactamos de ser amigables con el medio ambiente. 
Se trata de una contradicción cotidiana que vivimos los bolivianos. Muchos desastres ecológicos nacionales debieran darnos vergüenza: cuenca Katari y Rio Pilcomayo. Ríos del Amazonas cargados de minerales nocivos para la salud de humanos y animales. Lagunas y botaderos podridos ante la pasiva mirada de autoridades obsesionadas con el crecimiento y el progreso depredador. Derechas e izquierdas vestidas de verde destruyen cientos de árboles y bosques para favorecer el irracional crecimiento económico de municipios, regiones y países. 
 La compra frenética de objetos de obsolescencia programada contribuye a la destrucción de grandes territorios en todo el planeta. Renovamos el celular por necesidad de actualización y para ostentar estatus. Compramos ropa cuando nuestros roperos están llenos de prendas cuya fabricación ha derrochado agua potable y otros insumos contaminantes. Son actos en los que las personas podríamos fácilmente decidir en favor del medio ambiente. Pocos lo hacen. Millones de consumidores contaminan el entorno sin saberlo. 
Hay otras formas de contaminar sobre las cuales no tenemos cómo intervenir. El transporte público dentro las ciudades o la aviación comercial son factores altamente nocivos para la calidad del aire. Pero no tenemos opciones mejores. Prepararse un buen asado a la parrilla es contaminante porque el pastoreo supone expansión de terrenos que destruyen bosques como los de la Chiquitanía. Sin mencionar el trato cruel a los animales que también es contrario al buen relacionamiento con la naturaleza.
*Foto: Opinión Bolivia

Finalmente están los grandes emprendimientos industriales públicos y privados que destruyen el hábitat natural y sobre los cuales no podemos hacer nada como individuos. Construcción de carreteras dentro de las reservas naturales o explotación de minerales contaminando con mercurio grandes caudales de agua dulce. Ausencia de estrategias y políticas locales y nacionales de tratamiento de la basura y desechos domiciliarios. Son hechos macrosociales que inciden en el deterioro ambiental fuera de la buena voluntad de quienes están comprometidos con causas ambientales. 
La mayoría de la población tampoco está informada adecuadamente sobre estos problemas. Los medios de comunicación no concientizan para la acción ciudadana. La televisión de ocupa de tratar la noticia con música de terror y datos superficiales que buscan asustar más que informar. Parece que no estamos conscientes de la autodestrucción paulatina y penosa a la que nos dirigimos vertiginosamente como país y como especie. 

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