Sinceridad y absoluta transparencia
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Joven de la Resistencia. (Foto propia) |
“Quiero decirles algo con toda sinceridad y absoluta
transparencia…”. Dice Evo Morales antes de contar que en su niñez le obligaban
a cantar el Lamento Boliviano. Genera expectativa para decir algo radicalmente
verdadero y acaba mintiendo. Los bolivianos se cansaron de escuchar durante
años las Fake News de su presidente. Se acostumbraron a entender al revés los
mensajes de su ex-excelencia para pequeños y trascendentes temas de la gestión
pública. Los clichés oficialistas fueron cayendo por su propio peso a medida
que la tensión y los conflictos se agudizaron. “El pueblo me pide que continúe
siendo presidente”. “Tenemos que defender la democracia y el voto del pueblo”. “Es
un golpe de Estado racista”. “Mi único pecado es ser indígena”.
El proyecto de inclusión más grande y ambicioso de nuestra
historia se carcomió por dentro debido a la impostura y la incapacidad de comunicación
de sus dirigentes. Un país estructurado socio racialmente pudo haber tendido
lazos de interacción cordiales y benéficos para todos. Algunos fueron logrados.
Hasta la derecha opositora vio con buenos ojos la proyección del Estado
Plurinacional y comenzó a beneficiarse de sus bondades. Pero el campo de las
relaciones políticas se vio contaminado por una visión maniquea muy empobrecida
de guerra entre indígenas esencialmente buenos y blancos esencialmente malos.
Como en película de Sanjinés.
Bolivia ahora está fracturada. La más clara evidencia del
fracaso la comunicación humana es la muerte. No hemos podido entendernos y
tender lazos de convivencia pacífica tal como se espera en una democracia. Todo
lo contrario. Los mensajes de todos los políticos son patológicos. No es solo
un problema de verdad o de mentira. Son mensajes con doble sentido. Pacificar
el país impidiendo la entrada de alimentos. El voto del 20 de octubre es
sagrado pero no el del 21-F. Haremos respetar la democracia.
A eso se suma la subjetividad de la construcción de verdades
imaginadas en estructuras mitológicas. La democracia es un mito del mundo occidental.
Pocos cuestionamientos hay sobre sus lógicas y principios. Se da por hecho que
hay que alcanzarla porque se supone que está pensada racionalmente. Aunque
sabemos que los humanos no somos esencialmente racionales. El MAS ha asumido
sus reglas para poner en marcha su proyecto. Las abandonó por megalomanía e
intereses oscuros que poco a poco se van poniendo en evidencia.
El Estado Plurinacional es una construcción mitológica que
tiene a Evo como su profeta y héroe. Su enemigo es la derecha y el imperialismo
que impiden a los pueblos originarios alcanzar la felicidad plena. Su narrativa
dual es fácilmente asimilable por esencialista y maniquea. Periodistas
argentinos y académicos supuestamente críticos la han asumido con sorprendente
acriticidad. Juran que las movilizaciones que desafiaron el descaro del fraude
montado desde el 21F estuvieron hechas por “los malos” de la película.
Pobrecito Evo. Una cofradía de izquierdosos en todo el mundo ignora que Morales
financia actos de terrorismo con sus soldados que defienden con la vida su
poder personal y el de los intereses que están por detrás.
Las religiones han vuelto al escenario político de manera
poderosa después de muchos años de la constitucionalización del Estado Laico.
Chi ha orientado su campaña de acuerdo con principios de su iglesia y ha obtenido
una votación sorprendente en pocas semanas. Camacho afirmó que sacaría a Evo del palacio con la biblia y
con una carta. Creyeron que estaba loco. La policía y los militares rezaron el
padre nuestro a voz en cuello reiteradas veces. Para muchos fieles es la mano
de Dios que guió y definió el desenlace en la desarticulación de la estructura
de poder del MAS. Los ateos están espantados. Para ellos es la ultraderecha
fundamentalista que se disfraza para volver al poder y reinstalar el
neoliberalismo fascista y depredador. Es
una guerra de dogmas sagrados y subjetividad radical que impide la comunicación
con entendimiento. Mientras poderes mundiales se afilan para meter mano en los
recursos naturales haciéndonos creer que es una lucha entre blancos e indios. Estamos
fracturados y sufriendo por la muerte de nuestros hermanos. Algunos no se
incomodan con ciertas muertes. La incomunicación se confirma en la constatación
de que hay muertos que valen menos que otros.
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