Periodismo de deseos


La mentira no es consecuencia del auge de las redes sociales. El ser humano ha mentido desde que aprendió a hablar. Usa el lenguaje para decir cosas reales o concretas y también para dar rienda suelta a su imaginación. Con el paso del tiempo la mentira se convirtió en falta. La verdad fue pensada como un ideal y hasta como una virtud. Los antiguos griegos pensaban que una de las formas de llegar a la perfección era a través de la búsqueda de lo verdadero. La certidumbre hoy parece haberse convertido en una efímera ilusión.
Hay ámbitos en los que proclamar lo falso es normal. Los políticos mienten todo el tiempo y eso parece ser natural. No nos sorprende ni incomoda mucho. Al menos que nos afecte. Si el poder impone algo no verdadero nos indigna. Hierve la sangre cuando el cinismo se convierte en la cara de quienes nos dicen falsedades. Todo el tiempo lo vivimos.
Todos pueden mentir. Pero hay personas que no debieran mentir. Los policías y los abogados debieran decir siempre la verdad. Los periodistas tienen el compromiso y obligación de investigar los hechos hasta llegar a la verdad antes de emitir noticias. Es un compromiso ético de la profesión. Asuntos económicos y políticos interfieren en este propósito. Más aun en tiempos de polarización y peor cuando el sistema político invade e intenta controlar los medios masivos y sus equipos de periodismo.
(Foto propia)
En nuestro país los medios alineados con el oficialismo tienen marcadas sus agendas con noticias sobre hechos que favorecen al presidente y sus proyectos. Las actividades de autoridades locales y nacionales son transformadas en propaganda proselitista. Los errores de la oposición son magnificados en una clara intención de desprestigio.
No todos los medios caen en la polarización. Hay periodistas y equipos de prensa técnica y éticamente responsables. Existen medios comprometidos con la oposición o sectores contrarios al gobierno. Sus informativos están llenos de noticias que buscan afectar la imagen del oficialismo. Entre verdades y exageraciones suelen dejar clara su posición frente en la polarización que parece absorberlo todo.
Prácticamente lo mismo ocurre en CNN cuando sus diversos periodistas abordan temas de la crisis Venezolana. No profundizan en aspectos internos y externos sobre los cuales se definen los anclajes de Maduro en el poder. Tampoco muestran detalles sobre la impopularidad de la política exterior de los Estados Unidos. Sus noticias se basan en reportajes dramáticos sobre casos de víctimas de la crisis económica de país. Migrantes desesperados y familias fragmentadas son objeto de largos reportajes que confirman la producción de un periodismo de deseos hiper-sentimentales.
Los informativos de Telesur o TR Rusia son lo opuesto. Alta tecnología digital es empleada en noticias que exponen las contradicciones de Trump y su política internacional. Extensos documentales muy bien producidos demuestran que el país más rico del mundo tiene muchísima pobreza. Y su historia está llena de abusos contra países que resisten a sus estrategias de control económico y político.
No es que digan mentiras en el estricto sentido del término. El problema es que perdieron el sentido de la imparcialidad. Sus noticias son incompletas. Solo se muestra un lado pero además con tratamiento melodramático. La periodista Christiane Amanpour de CNN se llena la boca diciendo que “lo importante no es ser neutral sino ser veraz”. Los valores del periodismo están cambiando. En el mismo canal de noticias José Levy dice que el día que se parcialice dejará de ser periodista. Interesante dilema y debate para las academias.
Está en cuestión uno de los fundamentos del Derecho a la Información que garantiza a los ciudadanos estar bien informados gracias al trabajo de periodistas. Es una alerta para el periodismo contemporáneo. También para las carreras de comunicación. Las nuevas maneras de no decir la verdad (posverdad / fakenews) están invadiendo las salas de prensa de muchos medios. Se está transfiriendo la responsabilidad al ciudadano bajo el argumento de que existen muchas verdades. Ahora cada quien busca la verdad que se acomoda a sus convicciones no siempre racionales. Casi siempre llenas de deseos.

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