La lógica ilógica del meme
Sabemos que las redes sociales son como un mercado agitado
por los gritos y empujones de personas que corren veloces para ofrecer u
obtener algo. No es novedad que la vulgaridad se mezcle con la prudencia y
formalidad de unos y otros. También sabemos que existen perfiles falsos y
malhechores que están a la pesca por sacar ventaja en ríos revueltos. Existen fakenews y postverdades en las burbujas
virtuales. Hasta venden nuestros datos personales. Los algoritmos nos
condicionan de manera imperceptible. No
es un lugar virtual fácil. Pero es fascinante para sus usuarios.
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(https://www.codigotlaxcala.com/los-memes-arte-post-internet/todos-los-memes-juntos/) |
Entrar a los grupos de FB o WApp es como visitar un boliche
lleno de cuates tomándose unos drinks. Se sabe que están riendo y haciéndose
bulling. El clima que se vive en las redes es de distensión y se contrapone con
los espacios de trabajo donde se usa la corbata imaginaria del comportamiento
correcto. En las redes todo parece fiesta. Están los conocidos y se puede ver
de cerca a los desconocidos. Puede saberse mucho de sus vidas privadas así como
ellos de las nuestras. Depende de los cuidados de reserva propia o de la curiosidad.
También circula información útil para la salud y cuidados
personales. Gatitos y perritos hacen reír con sus ridículos comportamientos
humanoides. La política no desperdicia la oportunidad para intentar persuadir
acerca de sus falsas y truchas promesas. Los ciudadanos se defienden mientras
los bandos los acusan de ser emisarios del imperio o de lado del poder. Aun así
se expresan con libertad.
La Libertad de Expresión es un derecho humano prioritario en
la democracia. No es fácil participar en los sistemas mediáticos masivos por la
estructura unidireccional de sus flujos. Peor si existen medios sometidos a formas sutiles pero
efectivas de control. Ya no es necesaria una “Ley Mordaza” para intervenir en
la Libertad de Prensa. Eso es parte del pasado.
Las redes sociales son los únicos sistemas de interacción en
los que el ciudadano puede todavía expresarse libremente. Lo son con todos los
defectos y riesgos de un boliche agitado y bochornoso. En las redes está el
termómetro de la dinámica veloz e incontrolable de los nuevos modos por los que
se genera la opinión pública. Por eso el poder les tiene miedo y les declara la
guerra. Porque son el lugar (virtual y real) donde se activa la inteligencia
colectiva que conecta mentes de personas desde su realidad individual y social.
La vivencia de lo concreto indeseado se articula con el deseo de algo mejor.
Ahí encaja perfectamente el meme. El formato comunicativo más exitoso para el
ciudadano y peligroso para el poder.
Los detractores cuestionan la vulgaridad y simplicidad de
los memes. No aceptan su espontaneidad y su vínculo con el humor. Esperan
argumentación racionalizada y solemne para aceptar su validez. Extrañan la
lógica pura y seria del sujeto moderno. Reclaman sobre el anonimato y la
vulgaridad. No aceptan que también se puede decir la verdad en lenguaje
popular. Tienen miedo a la existencia de otra verdad y que ésta pueda fermentar.
Tienen miedo de tener que cantar la canción de García: “Yo era el Rey de este lugar. Hasta que un día llegaron ellos.” (https://www.youtube.com/watch?v=-3yXFSufhfY)
Hace años que
venimos escuchando que todo cambiará con la sociedad de la información. Miramos
de lejos las nuevas olas digitales y sus remolinos ya nos tragaron dejándonos
sin respiración. No solo cambiaron los escenarios de la disputa política. Cambiaron
también las nociones de información y comunicación. Con ellas se alteró el
concepto ilustrado de verdad única y última. También se transformó el sujeto
político que buscaba alcanzar las utópicas sociedades de eterna felicidad.
Ahora solo se quiere que la democracia funcione y se respete. Se condena la
corrupción y la mentira. Se exige transparencia y respeto a la Ley. Se espera
que los políticos sean íntegros como líderes y personas.
En las nuevas formas de
comunicación ahora se expresa la bronca por los abusos del poder. Se ironiza el
exceso y la ausencia de vergüenza en los intentos de construcción
pseudo-argumentada de verdad. El chiste integra el asco provocado por la
impostura con el sueño de lo ideal posible. No de la utopía paradisíaca. El
meme logra hacer reír sintetizando esa complejidad del pensamiento contemporáneo.
Mientras el histérico poder quiere detenerlo y disecarlo.
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