Sueños brotan de los miedos

(foto propia)

Los ciudadanos bolivianos tienen miedos colectivos que les hacen pensar en deseos del futuro. No hay miedos que se conecten con un pasado y se superen en un futuro deseado. La historia se construye en base a miedos y esperanzas. Los temores actuales están definiendo posiciones de grandes sectores de la sociedad.
Hay miedos antiguos que no pasan. Uno de los más fuertes es que retornen las dictaduras. Ha quedado en la memoria colectiva lo duro que es vivir un régimen de abuso de poder. Tiempos de control de medios de comunicación y censura de libertades ciudadanas. La recuperación de la democracia ha costado mucho. El autoritarismo de derecha o de izquierda es siempre indeseable.
Se teme que aumente y generalice la corrupción. Siempre hubo ese vicio en el país. Pequeñas y grandes transacciones se manchan con oscuras e invisibles acciones ilícitas. Los grandes aparatos montados en instituciones públicas tienden a perpetuarse cuando se eternizan los poderes.  Diezmos vienen y van sin dejar más huella que la mala calidad en obras públicas y enriquecimiento vertiginoso de políticos astutos. Es como un cáncer que va cubriendo casi todo con su manto.
El retorno de algún tipo de crisis económica con inflación e inestabilidad es también un importante temor boliviano. He ha vivido en carne propia lo que países vecinos sufren hoy con terribles consecuencias de desintegración social.
La discriminación en sus diversas modalidades también es motivo de preocupación. Las luchas por la igualdad de derechos han mejorado las condiciones de vida de muchos sectores. Más mujeres están ocupando lugares que en el pasado les eran prohibidos. Estudiar y trabajar fuera de la casa no era bien visto en el pasado. Indígenas y mestizos tienen muchas más oportunidades que hace algunas décadas. Hay un proceso largo de democratización que se ha impulsado en los últimos años. Pero persisten fuertes estructuras raciales con nuevos matices y formas que amenazan los logros alcanzados.
Hay miedo de que la intolerancia por quien piensa diferente se profundice. Democracia supone convivencia pacífica entre distintos. Hace falta cultivar el pluralismo político en todos los niveles de la estructura social. El poder suele excluir y hasta destruir al diferente. Es parte de los miedos actuales que se incremente la intolerancia.
Pero el mayor de los miedos es el aumento de violencia y agresividad en el campo de la disputa política. Se teme a que la irracionalidad tome las riendas del actual contexto de polarización política. Hay miedo a que existan enfrentamientos con sangre y muerte de personas que no necesariamente dirigen pero se benefician de los enfrentamientos. Hay temor de que los políticos de ambos lados crean que hace falta algo de sangre para alcanzar sus objetivos. La muerte es el peor de los miedos que se respira también en países vecinos.
Por eso los ciudadanos ya no sueñan con sociedades utópicas de leche y miel. Lo que desean es que la democracia funcione como establece la Ley. Que la gestión pública no esté contaminada por cualquier tipo de corrupción. Se espera que las transacciones sean transparentes y legales. Las personas sueñan con una sociedad con verdadera igualdad de condiciones. Donde oficialistas y opositores puedan convivir respetando la norma vigente. Sin abusos. Sin discriminación y con menos violencia.

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