La privacidad es también moneda
En la privacidad y la intimidad los ciudadanos guardan lo
que no debe ser conocido por los demás. El Estado moderno se ha configurado en
base a la separación de lo público con lo privado para garantizar los derechos
de los individuos. Sus instituciones orientan sus acciones para garantizar que
las personas sean respetadas en sus actividades no públicas. Todos deben
respetar la privacidad e intimidad de los demás. Desde el Estado hasta los
medios de comunicación y los mismos ciudadanos. Pero ese respeto no se cumple.
La privacidad es vulnerada en pequeña y gran escala. Inclusive se ha convertido
en moneda de mercado y tema central de los géneros masivos más consumidos.
Lo privado es lo que las personas hacen dentro sus casas y
con sus familias. Por eso existe propiedad privada. Es lo que delimita lo que
no debe ser conocido por el resto de la sociedad. Lo que no debe hacerse público.
También comprende las actividades sociales con los círculos de amigos y todo lo
que ocurre fuera de lugares como la calle y los lugares reconocidos como
locales públicos.
La intimidad es algo más reservado. Tiene que ver con
aspectos de la vida personal o cuando mucho de pareja. Son los pensamientos y
sentimientos que la persona puede preservar si así lo desea. Nadie puede ser
obligado a expresar sus ideas bajo ningún pretexto. La tortura es una total
forma de agresión a la dignidad humana. Esas ideas van desde las convicciones
políticas hasta la religiosidad. Todos tenemos formas particulares de
relacionarnos con lo sagrado. La libertad de pensamiento y de credo hace parte
de la democracia.
También son íntimos los sentimientos particulares y la sexualidad.
A nadie debiera interesarle estos aspectos de las demás personas. Pero es lo
que más genera curiosidad tanto en la realidad como en la ficción. Siempre fue
así. Los juglares contaban dramas privados de la realeza y los villanos. El
melodrama no es otra cosa que la exposición de temas
personales y familiares para los diferentes públicos. El dolor y la enfermedad
son también parte de lo personal. El Estado de Derecho no ha podido detener la
fuerte necesidad que tienen las personas de meterse en la vida de los demás. La
prensa sensacionalista menos. Por eso hay una tendencia a la saturación de
noticias sobre muerte y sexo.
Los nuevos espectáculos masivos como el talk show y el reallity show
se han convertido en grandes negocios gracias a la transformación de la
privacidad en objeto de consumo. “Laura” (en América) vende porque
sobredimensiona y hasta inventa casos de cuernos y bochornos íntimos en
espectáculos lamentables. Es necesario investigar
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(Tomada en Salón Gíldaro Antezana) |
las razones por las que sus
públicos extraen gratificación. Conocer esos curiosos procesos de
significación.
No es novedad constatar que lo íntimo y lo privado generan
audiencia. En algunos casos los políticosvulneran los derechos para
desprestigiar a los adversarios. Ciertos productores de programas tienen clara
su perspectiva lucrativa en función de temas y problemas reservados. Pero
también hay quienes renuncian a sus derechos por desconocimiento o por
conveniencia.
En el Facebook las personas exponen su vida familiar y
social como si fuese un signo de distinción. Otros expresan sentimientos de
amor y afecto como queriendo garantizar suprofundidad a través de la mirada
testimonial del público. Publicar esta información puede generar problemas y
ataques malintencionados.
En los espectáculos son los actores quienes renuncian a su
privacidad e intimidad a cambio de visibilizacióno lucro monetario. Pueden
exponer su vida o inventar situaciones extremas con el objetivo de extraer
algún beneficio material o simbólico. Mientras públicos masivos esperan atentos
los nuevos lanzamientos que las industrias del entretenimiento les preparan con
esos condimentos.
Se ha avanzado mucho
en el respeto de estos derechos. Pero el desconocimiento de su valor y
la curiosidad fomentada por intereses económicos empujan poderosamente hacia su
retroceso. No está demás que quienes producen mensajes puedan pensar no solo en
evitar su vulneración sino también la apropiación masiva de esos derechos.
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