Nuevos aires y desafíos en el campo de las culturas en Bolivia

El ámbito cultural siempre ha sido conflictivo en Bolivia. Desde la colonia se sostuvo que las manifestaciones traídas de Europa eran cultura y el resto no. La producción de obras y manifestaciones artísticas así como las manifestaciones de identidad han servido y sirven para legitimar formas de exclusión social. El consumo cultural es un dispositivo de distinción. Pero las culturas vivas hierven renovando y fortaleciendo identidades mientras los pinches poderes disputan su control.
Nunca en Bolivia hubo una red tan amplia y diversa conformada por artistas y gestores como la Red Telartes. Sus miembros se han articulado en torno a objetivos de integración y fortalecimiento de los distintos campos culturales. Sus acciones defienden el respeto a la diversidad y el pluralismo en un contexto en el que se ha puesto en jaque a las lógicas culturales del pasado y se vive una dinámica global altamente veloz y rica para la interculturalidad.
Tampoco ha habido un encuentro tan prometedor entre el Estado y los actores culturales como el que ocurrió en el Congreso «Culturas en movimiento» realizado el Sucre hace un par de semanas. El Ministro de Culturas y Turismo -en persona- inauguró un evento que propuso establecer líneas de acción conjunta que den impulso al quehacer cultural y artístico en una agenda que comprometa a diversos actores en una construcción inédita en el país.
Gestora Cultural; Foto: Telartes
El Coordinador Nacional de la Red, Marcos Marín, destacó los resultados de las seis mesas de trabajo que identificaron temas y líneas estratégicas en los campos de la investigación, formación, circulación, relaciones internacionales, economía, sostenibilidad de las culturas, comunicación, cultura libre y digital. También resaltó que la revisión del borrador de la Ley Marco de Culturas fue un gran paso hacia la institucionalización y reconocimiento del sector ante la sociedad y el Estado.
Este documento fue elaborado y discutido por la sociedad civil en largas reuniones en todo el país. “…busca de la convivencia armónica de las distintas culturas y la naturaleza que las cobija, bajo los principios desarrollados en la Constitución Política del Estado Plurinacional de Bolivia tales como la soberanía, descolonización, despatriarcalización, pluralismo, diversidad y libertad.” Es una propuesta avanzada que equilibra los principios de convivencia democrática global con los desafíos del momento histórico boliviano. Queda aguardar con optimismo por su aprobación en la instancia legislativa sin mayores alteraciones.
Entre los temas discutidos más importantes se encuentra el de la investigación de temas y problemas culturales para garantizar el pluralismo en la gestión cultural pública. También se busca generar procesos de formación de artistas así como de públicos con miras a la democratización del acceso a bienes simbólicos.
Se ha dedicado un espacio exclusivo para tratar “la Fiesta” como tema urgente que provoca los más grandes desafíos en este contexto de cuestionamiento profundo de conceptos culturales. El antropólogo Javier Romero explicó que la mirada hegemónica hacia la fiesta transitó desde la demonización en la colonia hasta la folklorización en la República. De la comercialización neoliberal a la patrimonialización en el presente. Todas miradas irrespetuosamente etnocéntricas.
La fiesta en Bolivia es rito que comunica a los humanos con su mundo espiritual y con el mundo social del entorno. Es el espacio más importante cualitativa y cuantitativamente de producción de artes e identidades. Ningún evento cultural es más fuerte que el de la fiesta en todo el territorio nacional. En la fiesta se crea música y danza para venerar santos. Se producen maravillosos vestuarios que derrochan creatividad de artistas que no se jactan de ser tales como los virtuosos de las bellas artes. Las coreografías promueven sensaciones de naturaleza subjetiva solo comprensibles en campo de la fe.
Congreso Culturas en Movimiento; Foto: Telartes
No congenia con el museo ni con el escenario porque su lógica es colectiva y más compleja que la del arte occidental. Envuelve religión y ciencia para el equilibrio con la tierra. Funde el arte con la educación para el disfrute y la convivencia. Por eso es más que arte. Mucho más.

El desafío para los gestores, además de describirla como expresión, economía de contrato, solidaridad y reciprocidad, es descubrir si cabe incorporar la fiesta como una manifestación artística más o dejar -como advierte Romero- “que se esté ahí nomás”.

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