Nuevos aires y desafíos en el campo de las culturas en Bolivia
El ámbito cultural siempre ha sido conflictivo
en Bolivia. Desde la colonia se sostuvo que las manifestaciones traídas de
Europa eran cultura y el resto no. La producción de obras y manifestaciones
artísticas así como las manifestaciones de identidad han servido y sirven para
legitimar formas de exclusión social. El consumo cultural es un dispositivo de
distinción. Pero las culturas vivas hierven renovando y fortaleciendo
identidades mientras los pinches poderes disputan su control.
Nunca en Bolivia hubo una red tan amplia y
diversa conformada por artistas y gestores como la Red Telartes. Sus miembros
se han articulado en torno a objetivos de integración y fortalecimiento de los distintos
campos culturales. Sus acciones defienden el respeto a la diversidad y el
pluralismo en un contexto en el que se ha puesto en jaque a las lógicas
culturales del pasado y se vive una dinámica global altamente veloz y rica para
la interculturalidad.
Tampoco ha habido un encuentro tan prometedor
entre el Estado y los actores culturales como el que ocurrió en el Congreso «Culturas en movimiento»
realizado el Sucre hace un par de semanas. El Ministro de Culturas y Turismo -en
persona- inauguró un evento que propuso establecer líneas de acción conjunta
que den impulso al quehacer cultural y artístico en una agenda que comprometa a
diversos actores en una construcción inédita en el país.
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Gestora Cultural; Foto: Telartes |
Este
documento fue elaborado y discutido por la sociedad civil en largas reuniones
en todo el país. “…busca de la convivencia armónica de las
distintas culturas y la naturaleza que las cobija, bajo los principios
desarrollados en la Constitución Política del Estado Plurinacional de
Bolivia tales como la soberanía, descolonización, despatriarcalización,
pluralismo, diversidad y libertad.” Es una propuesta avanzada que equilibra los
principios de convivencia democrática global con los desafíos del momento
histórico boliviano. Queda aguardar con optimismo por su aprobación en la
instancia legislativa sin mayores alteraciones.
Entre los
temas discutidos más importantes se encuentra el de la investigación de temas y
problemas culturales para garantizar el pluralismo en la gestión cultural
pública. También se busca generar procesos de formación de artistas así como de
públicos con miras a la democratización del acceso a bienes simbólicos.
Se ha
dedicado un espacio exclusivo para tratar “la Fiesta” como tema urgente que
provoca los más grandes desafíos en este contexto de cuestionamiento profundo
de conceptos culturales. El antropólogo Javier Romero explicó que la mirada
hegemónica hacia la fiesta transitó desde la demonización en la colonia hasta
la folklorización en la República. De la comercialización neoliberal a la
patrimonialización en el presente. Todas miradas irrespetuosamente
etnocéntricas.
La fiesta
en Bolivia es rito que comunica a los humanos con su mundo espiritual y con el
mundo social del entorno. Es el espacio más importante cualitativa y
cuantitativamente de producción de artes e identidades. Ningún evento cultural
es más fuerte que el de la fiesta en todo el territorio nacional. En la fiesta
se crea música y danza para venerar santos. Se producen maravillosos vestuarios
que derrochan creatividad de artistas que no se jactan de ser tales como los
virtuosos de las bellas artes. Las coreografías promueven sensaciones de naturaleza
subjetiva solo comprensibles en campo de la fe.
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Congreso Culturas en Movimiento; Foto: Telartes |
No congenia
con el museo ni con el escenario porque su lógica es colectiva y más compleja
que la del arte occidental. Envuelve religión y ciencia para el equilibrio con
la tierra. Funde el arte con la educación para el disfrute y la convivencia.
Por eso es más que arte. Mucho más.
El
desafío para los gestores, además de describirla como expresión, economía de
contrato, solidaridad y reciprocidad, es descubrir si cabe incorporar la fiesta
como una manifestación artística más o dejar -como advierte Romero- “que se
esté ahí nomás”.
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