Cuidar lo privado propio y respetar lo íntimo ajeno
Los derechos a la privacidad e intimidad fueron generados
para fortalecer la democracia y el respeto a lo que las personas hacen fuera de
la esfera pública. La familia y los amigos
son espacios que los demás no debieran querer conocer. Las leyes prevén
dispositivos de protección de esas dimensiones. Pero el sensacionalismo e
intereses políticos facilitan su vulneración. Muchas personas exponen su
privacidad e intimidad en las redes sin saberlo ni medir sus consecuencias. Se avanzó mucho en su protección y se
retrocedió también en su ejercicio y respeto. Urge discutir y analizar lo que cada uno debe proteger de su vida y
respetar la de los demás.
La intimidad es una dimensión profunda y personal que tienen
que ver con los sentimientos y pensamientos. Nadie nos puede obligar a expresar
lo que sentimos o pensamos. Guardar silencio es también un derecho. La
sexualidad es algo absolutamente personal o de pareja. Las enfermedades y sufrimientos
de cualquier índole son aspectos que podemos no divulgar. Nadie puede
exigirnos manifestaciones o
comportamientos ajenos a nuestras formas de relacionamiento con Dios o en la religiosidad.
La intimidad es la dimensión más profunda del mundo privado. Su respeto es
también el respeto a la dignidad que todos los humanos tenemos
independientemente de nuestros actos. Es uno de los mayores inventos de la
modernidad cuyo fundamento proviene del catolicismo.
La globalización tiene dos caras. La de la expansión de los
derechos humanos y la de su vulneración por cuestiones poder y de negocios. Uno
de los temas más explotados por muchos medios de comunicación es el de la
privacidad. El sexo y la muerte con temas prioritarios del tratamiento
sensacionalista de noticias en contextos donde la lucha por la publicidad
altera los géneros informativos convirtiéndolos casi en ficción. Las familias
más pobres viven diariamente los efectos de la inseguridad ciudadana en barrios
sin protección ni Ley. Los medios sensacionalistas caben perfectamente en esa
carencia estructural y ganan escudados en la Libertad de Expresión. Esos
sectores vulnerables piensan que se trata de medios que “dicen la verdad”
frente a los formales que la ocultan.
Los políticos y artistas también tienen derecho a la
privacidad. Las luchas por el poder suelen escudriñar sus espacios para
desprestigiarlos o destruirlos políticamente. Son juegos de tronos donde la
ética y el respeto no tienen cabida. Personas simples también tienen sus vidas
invadidas cuando se ven envueltas en accidentes o situaciones inesperadas.
Muchos periodistas olvidan que todos tenemos derecho a la propia imagen y que
nadie puede publicarla sin autorización. Con más razón si nos encontramos en situación de desgracia.
En la televisión se han inventado dos tipos de programas que
se especializan en exponer la privacidad de los actores o personas interesadas
en premios y visibilidad mediática. Los Talk
Shows como “Laura” simulan juicios penales por transgresiones en la vida
privada. Se invita a la víctima para que exponga su caso sin ningún reparo. El
público toma posición y juzga a quien cometió la transgresión. Es un
espectáculo escandaloso en el que se pone en debate la privacidad e intimidad
de personas de sectores populares que muchas veces no conocen de sus derechos.
En el Reallity Show los invitados conviven en contextos aislados para convivir
e interactuar con mucha proximidad y vigilancia. Los problemas de la
convivencia comienzan a generar conflictos en los que cada actor expone su
carácter y sus maneras de lidiar con situaciones interpersonales con emoción y
tensiones. En ambos casos hay “negociación” de intereses. La producción del
programa gana audiencia y consecuentemente dinero. El actor gana visibilidad y
premios aun a costa de exponer su privacidad. Aunque eso también suele ser una
escenificación interesada y no natural
para alcanzar los propósitos.
La privacidad e intimidad son derechos que se deben cuidar.
Sin embargo las redes nos invitan a
renunciar o a exponernos sin piedad. Al abrir una cuenta en Facebook
firmamos la renuncia a nuestros derechos a la imagen propia. La plataforma es
dueña de nuestra información. Inclusive la más privada. Luego exponemos fotos
familiares y de reuniones privadas. Exponemos
estados íntimos y emocionales para generar solidaridad y compasión. También
burla y distracción. Son nuevas formas de interacción arriesgada en torno a la
dimensión privada e íntima.
Las Leyes protegen estos derechos aunque mucha
gente no sabe que existen. Hace falta educación para que unos hagan respetar su
privacidad e intimidad. También para no ejercer curiosidad sobre la vida de los
demás.
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