Pensamiento de Beltrán: el desafiante legado de la enseñanza y la criticidad

Lo más increíble de Don Luis Ramiro era su amistad. Es raro que existan estas personas tan generosas en estos tiempos. Había que disfrutar de su existencia en la vida diaria y en el trabajo. Tenía una grandeza como académico y como ser humano que desbordaba cualquier expectativa entre los que lo conocieron personalmente. Pero una de las virtudes que más lo hizo grande fue la capacidad crítica que lo condujo al compromiso con la exclusión de nuestro país y del continente. Transformar la sociedad a través de la comunicación fue y continua siendo su gran desafío. Ahora a través de quienes lo conocieron y siguen sus enseñanzas.
Su contribución teórica proviene del análisis de los sistemas de comunicación mundial en los años sesenta y setenta. Un contexto rico en movimientos sociales y cuestionador del orden mundial en todos sus ámbitos sociales y culturales. La modernidad occidental que se adaptó casi mecánicamente en América Latina con el condimento etnocéntrico y colonial estaba en crisis. Beltrán recuperó algunas ideas de los últimos teóricos de la corriente funcionalista norteamericana y las integró a la perspectiva crítica generada por Paulo Freire en lo que sería la primera época de la Escuela Latinoamericana de la Comunicación.
“Un adiós a Aristóteles” fue el texto que sintetizaba una propuesta teórica y política de transformación de los procesos comunicacionales en favor de la toma de conciencia respecto de su propia historia por parte de las poblaciones del continente. Era una crítica al paradigma funcionalista inspirado en la retórica aristotélica cuya verticalidad debía ser sustituida por procesos interactivos horizontales y participativos. Una propuesta teórica y metodológica comprensible para el contexto represivo y totalitario marcado por la “doctrina de seguridad nacional”.

También fue importante la reflexión respecto de la necesidad de establecer Políticas Nacionales de Comunicación para garantizar la creciente democratización de las comunicaciones. Más adelante desarrolló teoría y práctica para trabajar la Planificación Estratégica de la Comunicación para el Desarrollo en proyectos de salud aplicados exitosamente a lo largo de todo el continente. Atinadas también fueron sus reflexiones en favor del perfeccionamiento de la técnica y la ética en el trabajo del periodismo. La cantidad de textos publicados que circula por las academias latinoamericanas es vastísima. Beltrán es considerado una especie de “ídolo teórico” en el continente.
Su afán por transmitir conocimiento a los jóvenes y profesionales no tenía límites. Compraba varios ejemplares de cada libro nuevo que se publicaba para obsequiarlos a los “colegas” nacionales a quienes trataba como a verdaderos hijos. Sabía cuáles eran los intereses de cada uno y se preocupaba por darles consejos y proporcionarles material de utilidad para mejorar su trabajo. Nunca fue docente en universidades. Salvo en el programa de Maestría en Procesos de Información y Comunicación de la Universidad Católica Boliviana de Cochabamba. Sus clases fueron “alucinantes” para quienes participaron de ellas. Hacía un seguimiento personalizado y detallado de los trabajos académicos sin importarle la hora ni el cansancio. La “entrega total” fue la marca de su trabajo.

Varios fueron los eventos nacionales e internacionales organizados para conocer y profundizar su pensamiento. Hay quienes piensan que todavía no se acabó de comprender su obra. El propio Luis Ramiro nos dio una lección de criticidad al afirmar en un evento en La Paz que su obra ya había sido superada y que actualmente otras tendencias daban cuenta de la realidad de manera más apropiada. Hasta sus fans quedaron absortos ante semejante declaración. Los cambios generados por la revolución de las TIC sorprendieron a todos. La horizontalidad llegó con la globalización y de la mano de dinámicas competitivas en un mercado neoliberal. No así empujada por los movimientos sociales que ahora parecen buscar “una casa que sea bonita y una piscina para nadar”. Luis Ramiro Beltrán ha vuelto a mirar de reojo a Aristóteles con un buen baño participativo. Las estrategias buscan el cambio de comportamiento o conocimiento de las poblaciones que desean desarrollo. Es un aprendizaje. Nada más digno de un personaje y amigo que no se esfuerza en autodenominarse crítico. Alguien cuya mayor enseñanza es saber criticar lo que supuestamente es crítico.

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