Desafíos y riesgos pendulares en las culturas

Bolivia tiene una propuesta de anteproyecto de la Ley de Culturas que se puso a consideración de ciudadanos y actores interesados en el tema. En Cochabamba y en el país el documento es revisado por la red cultural TELARTES. Busca permitir la participación ciudadana en su formulación a fin de garantizar los derechos culturales de manera democrática en el marco del pluralismo y la diversidad cultural.
Toma en cuenta principios importantes sobre los que vale la pena reflexionar. Descolonización es uno de los conceptos más polémicos en el debate político nacional. Para algunos no tiene sentido trascendente porque podría entenderse como una utopía con la que se pretende desarmar el mestizaje biológico y cultural del que somos herederos. Pero en el campo de la cultura y las artes de nuestro país tiene mucho sentido. No tanto para la creación de obras con tratamiento estético sino para la gestión cultural.
La colonización trajo al continente una noción de cultura vinculada con las bellas artes que suponían producción de obras concebidas con técnicas correspondientes a corrientes claramente establecidas y racionalizadas en modernos espacios académicos. La división artista/espectador era una de sus principales características junto al carácter contemplativo gestado en espacios y contextos especializados como el museo y el escenario. En esta visión ya se había separado el arte de la ritualidad religiosa y científica del pasado premoderno. La ciencia no podía convivir con el arte ni con la religión. Cada actividad ya tenía su propio campo de acción de manera claramente separada.
En el nuevo continente esa separación no ocurrió ni siquiera en el siglo XXI. El arte sigue estrechamente vinculado con los rituales y fiestas del calendario agrícola. Así fue en épocas precolombinas. Artista puede ser quien así lo desea sin haber pasado por refinados procesos de cultivo estético. La fiesta popular es el principal espacio de celebración de identidades con derroche de expresiones y representaciones cargadas de belleza artística. Es el tiempo/ espacio privilegiado para la producción artística del mundo rural y también urbano.
El Estado colonial y el republicano reprodujeron mecánicamente la noción de arte y cultura sin tomar en cuenta esa complejidad de las culturas locales. Bolivia se gestó  socio-racialmente en la independencia. Se aplicaron duros procesos de fragmentación y adaptación impositiva que generaron indeseables problemas de exclusión cultural. Durante siglos se ha separado las artes y la cultura entre las oficialmente aceptables y las de bajo nivel.
Importantes obras como los tejidos no fueron clasificados como arte.  Se inventó un término clasificatorio que no deja de ser discriminador: artesanía. Una especie de arte carente de la pretendida sofisticación de las “bellas artes”. Sus características no se acomodan a ninguno de los formatos del arte superior de museos o salas de exposición. Se les otorgó lugares “inferiores” para su circulación y consumo tales como el mercadito o las galerías detrás del correo. La gestión cultural de raíz colonial generó procesos de exclusión cultural de todas las manifestaciones que no se acomodaron a esos esquemas de élite.
Por eso la descolonización es un desafío importante para la gestión cultural. Permitirá administrar los recursos de manera más democrática y pluralista sin los vicios coloniales que separan las “bellas artes” de las populares que también con bellas pero carecen de contenido ilustrado y técnica académica.
El pluralismo es otro principio irrenunciable. Es una de las bases de la democracia y de todas las formas de convivencia entre diferentes. En el campo cultural no puede haber distinción ni privilegios para unas manifestaciones frente a otras. Tanto los tarqueros de una comunidad andina como los violinistas de una orquesta sinfónica son artistas porque imprimen a sus melodías una intencionalidad estética que las consagra como obras de arte. El hecho de que unos estudien académicamente no los convierte en mejores o más elevados. Todas las manifestaciones estéticas son valiosas e importantes aunque sus lógicas de producción y circulación no tengan nada en común.
El pluralismo también previene los abusos que en una situación pendular podrían darse en tiempos de apología de lo indígena. No es porque los parámetros culturales eurocéntricos se impusieron a la mala en el pasado colonial que ahora sus obras deben ser despreciadas o relegadas. Todas las artes deben tener su lugar en un clima de interculturalidad y promoción del mestizaje que tanta maravilla ya produjo en nuestros países. La gestión cultural debe ser equilibrada y visionaria de la diversidad cultural del país para evitar privilegios o discriminaciones en cualquier sent
ido.
La libertad es otro principio básico que debe ser respetado en la creación de expresiones y manifestaciones con tratamiento estético. El artista es y debe ser siempre un ciudadano libre en sus pensamientos y en sus producciones. El arte deja de ser arte si algún poder decide ponerle reglas o definir sus contenidos y formas. Todas las torpes experiencias de reglamentar el arte fueron un fracaso. Recordemos el desastroso ejemplo del stalinismo dictaminando que el arte solo era bueno cuando abordaba temas favorables a la revolución.
La libertad de pensamiento y creación son principios fundamentales para el desarrollo de la cultura y las artes. Su censura o control serían un retroceso en la vida de la democracia. Todo arte es fundamentalmente un acto de ejercicio de libertad en un clima de pluralismo e interculturalidad.

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