Usos y riesgos de las redes en Cochabamba

La red Internet aumentó las formas de comunicación de manera profusa y diversa. La circulación de información se multiplicó vertiginosamente provocando una revolución en la vida de las personas y enormes grupos sociales. Grandes son los beneficios para la población creciente de usuarios. Importantes también son los riesgos.
Tres estudios sobre acceso y usos de Internet revelan el estado de la construcción de la “sociedad de la información” en Cochabamba. Juan Carlos Uribe publicó un trabajo sobre “Hábitos en Internet: dime cómo te conectas, te diere quién eres”, en un libro llamado Estudios Metropolitanos de Los Tiempos, CERES y Ciudadanía.
El mismo autor y José Luis Flores publicaron en otro libro llamado “Nueve Estudios sobre Cochabamba”, un trabajo titulado “Internet en Cochabamba: usos y sus factores determinantes”. En diciembre pasado la Fundación Redes & Conexión  publicaron un amplio estudio de Eduardo y Cristina Rojas con el título de “Por un abordaje transdisciplinario de las violencias con enfoque de género en la sociedad de la información boliviana”, en base a estudios sobre jóvenes del Cercado, Tiquipaya y Colcapirua. 
Sus resultados nos muestran un diagnóstico actual de la lenta transformación que está experimentando la “condición comunicacional” del ciudadano cochabambino, en éste ya no tan nuevo paisaje cultural. El acceso a la red y sus múltiples formas de comunicación todavía no es masivo, y la interactividad aún no es aprovechada en su plenitud.
foto propia
El primer estudio afirma que mucha gente (38 por ciento) tiene en su casa una computadora. Mucho más (82 por ciento) posee un celular.  Son datos altos para un país pobre y carente de muchos servicios básicos. En Cochabamba 29 por ciento de la población tiene conexión a la red desde su domicilio. En el país la media no llega al 10 por ciento.
Cerca al 20 por ciento se conecta a la red todos los días. La sociedad de la información es todavía muy débil en el país. Vivimos en un país desinformado. Los medios masivos tampoco hacen un trabajo eficiente. Además, los niveles de educación de la población no exigen información de calidad. Es un problema estructural.
En el segundo estudio se afirma que 77 por ciento de los usuarios son de áreas urbanas y solamente un 23 por ciento de zonas rurales. Las razones son obvias. Fuera de las ciudades grandes hay muchas carencias de infraestructura e inclusive de cultura letrada. Muchos adultos deletrean los pocos textos que llegan a sus manos. En la red los contenidos y los procedimientos de manejo de software, utilizan lenguaje escrito.
Hombres y mujeres se conectan a la red casi por igual. La diferencia está en el acceso de acuerdo con la edad. El 41 por ciento de los usuarios está entre los 18 y 25 años. Casi la mitad,  26 por ciento, tiene entre 26 y 35 años. Los adultos entre 36 y 45 años solamente son el 13 por ciento. Es un dato llamativo porque es un rango de alta productividad en todos los sentidos. Las personas entre los 46 y 55 son apenas el 8 por ciento y los que tienen entre 56 y 65 son el 6 por ciento. Adultos mayores a los 66 años sólo son 1 por ciento.
Conclusión: a mayor edad menos Tecnología de Información y Comunicación. Todas las innovaciones permitidas por la competitividad del mercado giran en torno a la cultura joven. Lo mismo ocurre con los demás productos de las industrias culturales.
Los jóvenes en el centro
El joven es el centro de atención y el parámetro de los cambios culturales de la sociedad contemporánea. Es para ellos y sus necesidades interactivas que se orienta la innovación comunicacional.
El 88 por ciento  de los usuarios posee educación superior y solamente un 10 por ciento está en nivel secundario. O sea, que en primer lugar están las personas que trabajan y luego los estudiantes. Lo curioso es que 38 por ciento de los usuarios afirma que accede a Internet para estudiar o aprender y un poco menos (36 por ciento) para trabajar.
En un nivel inferior (23 por ciento) está el acceso a las redes. Son formas de interacción de interés personal. Un poco menos (21 por ciento) tiene interés en contacto con familia o amigos. Aunque, ambas categorías son parecidas, pues en las redes están también los parientes y amigos.
Solamente un 16 por ciento busca noticias y lecturas informativas. Es un dato que corrobora el bajo interés de la población por estar informada sobre hechos de interés público. En las redes abunda la información subjetiva de interés privado y hasta íntimo. “Estoy triste”. “La amistad es lo último que muere”.  El facebook es el escenario privilegiado para la expresión de la subjetividad en actualización continua y frenética. Ésa es una de las razones de su éxito. Funciona como un periódico hecho a medida de cada usuario y con temas de estricto interés particular. Hay noticias de  hamsters para quien se interesa en esos pequeños roedores.
Un 14 por ciento usa la red para jugar en línea o simplemente divertirse. Casi lo mismo que para informarse. No aparece el consumo de pornografía. Obvio. Las herramientas de recolección de datos no tienen cómo entrar en ese ámbito tan íntimo y los usuarios tampoco tienen por qué hacerlo público.
El tercer estudio se centra en la violencia digital que se presenta con diversos matices en las redes. La primera forma de vulneración es la renuncia de derechos de imagen y toda la información personal a través de los contratos con las empresas propietarias de las aplicaciones. Toda la información que suben inocentemente los usuarios a las redes pasa a ser propiedad de ellas. Pueden venderla o usarla para conocer perfiles no solamente socio-económicos, sino también psicológicos. Toda la privacidad e intimidad expuesta libre y voluntariamente pasa a ser de propiedad de agencias proveedoras de servicios de interacción.
Este estudio revela que menos de la mitad de los celulares utilizados por los jóvenes son los llamados “inteligentes”. O sea, que la conectividad por este medio no es plena. No todos pueden comprar un equipo “smart” porque todavía son caros.
También llama la atención que 70 por ciento de los colegiales sube fotos a la red. El mismo porcentaje acepta contacto de desconocidos y 30 por ciento concretan encuentros casuales con personas que no conocen. Esa posibilidad era prácticamente inexistente antes del Internet. Tiene el lado positivo del aumento de posibilidades de interacción social y el negativo de los riesgos que supone encontrarse con personas con intenciones desconocidas.
Adicción al Internet
La mayoría de los jóvenes asume su adicción a las conexiones por celular o computador. Es la condición comunicacional que permite el reino de las multi-pantallas, que a su vez hace que el usuario sea un ser hiper-conectado. Las condiciones para ejercer la capacidad de producir y emitir contenidos están disponibles a través de muchas posibilidades. Pero la actividad emisora del usuario es nula en el contexto analizado. La noción de producción se reduce a la subida de fotos y la expresión de sentimientos y emociones que transitan entre la opinión política superficial que reafirma convicciones establecidas, hasta creativas  formas de ejercer el humor cochabambino y el sarcasmo sobre amigos y políticos. De todas formas son datos que alimentan la formación de opinión pública.
Muchos jóvenes consumen pornografía pero no lo asumen. Ese tipo de contenido aparece en las pantallas a veces sin haberla requerido. Internet es como una plaza de mercado donde hay todo. Cosas buenas y malas. Pero hay gente que compra ambas cosas con la convicción de que ambas son buenas. Los mismos jóvenes dicen tener parámetros propios para definir lo que es bueno a malo para sus vidas. Los tiempos cambiaron y se configuró un escenario de altísimo riesgo en el que los jóvenes están prácticamente solos. Se construyen nociones en base a la experimentación con errores y aciertos. Mientras tanto los adultos desconectados no sospechan lo que ocurre en el ciberespacio en el que navegan sus deslumbrados hijos.
Son tres trabajos que indican por dónde se dirige la “sociedad de la información” en torno a la red y el último además es una alerta sobre las diversas formas de violencia latentes. La aparente ausencia de reglas que propone la propia red no supone que los usuarios actúen sin responsabilidad. Las formas de auto-regulación funcionan así como las formas de auto-defensa ante posibles adversidades. Las redes sociales tienen muchos recursos de protección que son desconocidos por los usuarios. Sirven para aumentar la comunicación virtual y real de los ciudadanos en un contexto en que el mercado saca tanto provecho como el sistema político. Obviamente también salen ganando los usuarios. Y mucho. 

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