¿Brujas Vs Almas ?
(Publicado el 01
noviembre de 2002)
Bolivia es un país
que arrastra conflictos culturales que no puede resolver desde épocas
coloniales. Fiestas como la
de Todos Santos o Difuntos sirven para sacar a flote los
traumas de un pasado y un presente en el que no podemos entender esta compleja
dinámica cultural, mezcla de incomprensión, complejos de derrota, ambigüedades
y sobre todo de incomunicación, en este caso cultural.
Para muchos, la fiesta de Hallowen significa el claro
ejemplo de la ‘entrada” avasalladora de la globalización que llega arrasando
con todo vestigio de la tradición ancestral andina viva en Bolivia.

Si tuviésemos que condenar toda costumbre ‘ajena’, de
origen extranjero, tendríamos que eliminar al Papanoel, el Happy Birthday, las
figuras y ritos del catolicismo, etc, etc, etc.
La adopción cultural ocurre naturalmente en todos los
pueblos que tienen contacto con otros, de los cuales se copian hábitos que les
satisfacen material o simbólicamente o simplemente les divierten. Eso ocurrió
siempre y ocurrirá, nos guste o no.
El problema es que ahora sufrimos impotentes porque esas
apropiaciones se dan más rápido y el descarte de las otras culturas se muestra
como más triste y lamentable.
La cultura mediática trae vertiginosas sorpresas donde el
perder costumbres supone necesariamente ganar otras. Aunque nunca como ahora,
se está revalorizando la tradición andina, con los recursos técnicos de la
propia globalización.
Los niños y jóvenes están
festejando el Hallowen para promover sus interacciones y reciprocidad en
lógicas distintas a las andinas. Por su parte, otros sectores arman sus mesas
porque saben que el alma de su ser querido estará con la familia por unas
horas.
Más allá de la dimensión simbólica de las fiestas, lo que
hay en el fondo es interacción entre personas reales, para reactualizar las
relaciones de una sociedad que necesita de cohesión.
Y aquí no hay ningún poder manipulatorio que impone la
conducta en las personas. Nos duela o no, las nuevas generaciones, así como las
anteriores, definen lo que es bueno, mejor o peor para ellas.
La gran agresión colonialista en estas fiestas es la
prohibición, por parte de los sectores hegemónicos, de los mast’akus en el
Cementerio. La Alcaldía ha tenido la “brillante” y unilateral iniciativa de
erradicar una tradición milenaria con el argumento de que es una costumbre
antihigiénica que no guarda respeto a las almas, de los blancos, claro; porque
las de los andinos todavía deben sentir orgullo de que “indios” y mestizos les
permitan volver a la vida aunque sea por horas.
Se trata de una muestra de la intolerancia racial, producto
de la ignorancia de que la cultura andina todavía está viva pese a más de 500
años de agresión y que los principios de multietnicidad y pluriculturalidad,
presentes en el artículo 1° de la CPE y demagógicamente expresados por los
políticos, deben ser entendidos con inteligencia y no con autoritarismo. Porque
no es lo mismo adopción que destrucción cultural.
Han pasado diez años y muchas cosas no han cambiado.
ResponderEliminarHay más gente festejando Hallowen, así como hay más visibilidad y fortalecimiento de la celebración que recibe las almas en la tradición andina.
Es una pruaba de que la globalización tiende a uniformizar los comportamientos de las poblaciones mundiales, al mismo tiempo que permite el destaque de las tradiciones locales en una suerte de "explosión de la diferencia".
Lo que no cambió es la prohibición de los mast'akus en el Cementerio. La cultura oficial se impuso generando un conflicto cultural que ha sido asumido, o mejor esquivado, sin objeción en la gestión municipal de un Estado que dice defender y proteger las culturas ancestrales. (26/10/12)